martes, 29 de enero de 2013

EL ORGULLO NACIONAL Y EL DINERO PÚBLICO

Daniel Osorio García
Dirigente del Movimiento Antorchista
En el Estado de Tabasco
México es un país con un fuerte potencial para las ciencias, el deporte y las artes. Pero muchos mexicanos creen que no es así, que las grandes estrellas del pensamiento, del deporte y de la cultura son seres especiales, superdotados por la naturaleza  o por alguna voluntad superior y que se dan como casos raros, de los que nuestro país no tiene ni puede tener muchos; es una especie de complejo de inferioridad que ha marcado nuestra personalidad nacional, motivado por los fracasos nacionales en las justas deportivas, académicas y culturales: casi siempre, México ha ocupado los últimos lugares mundiales en concursos académicos, en lectura, en investigación científica y tecnológica, en competencias deportivas y en las artes; mientras tiene los primeros lugares en obesidad, corrupción, desigualdad social, pobreza y deserción escolar. Estos hechos reales nos hacen creer que esos pocos resultados son un asunto de nacionalidad, algo así como una herencia genética que ha marcado de por vida a los mexicanos para ser siempre inferiores a los de las demás naciones y que los superiores están reservados para otros países.
No pretendo negar que ha habido grandes genios universales en las artes, por ejemplo, que emergen de nuestra sociedad como casos especiales, y que no todos podemos ser un Mozart, un Beethoven o un Miguel Ángel, pero estoy convencido de que, bien entrenados, educados y orientados desde la infancia, con condiciones para ello como una acción consciente de la sociedad, cualquier individuo puede desarrollar sus aptitudes y convertirse en un científico, deportista o artista destacado; cualquiera y de cualquier etnia o nacionalidad.
Ejemplos de ello hay muchos, pero aquí también vamos a la cola, pues han sido otras naciones, que cargan con la fama prefabricada de “inferiores”, las que se han preocupado por desarrollar sus ciencias y artes y hacen ya importantes aportaciones a la sociedad: Cuba, China, Corea del Norte y del Sur, por ejemplo. ¿Y México?... nos tenemos que conformar con el recuerdo de Juventino Rosas y su “Sobre las olas” y de nuestra pléyade de muralistas, o con Noé Hernández (Q.E.P.D.) y con que Márquez haya noqueado a Pacquiao. De nuestro luminoso pasado prehispánico, ¿que nos queda, después de la conquista que cortó de tajo y de manera fatal todo posible desarrollo ulterior?... sólo las pruebas de sus grandes avances en las artes y las ciencias y la indignación de ver esos pueblos otrora poderosos y orgullosos reducidos a pueblos marginados y empobrecidos en su propia tierra, con la complicidad y traición de sujetos como Uc Yam, presidente municipal de Carrillo Puerto, Quintana Roo, que menosprecia y denigra a la gente de su etnia.
Si todo lo que he dicho es cierto, la pregunta es: ¿Por qué México no ha generado en mayor número esos genios creadores de las ciencias y las artes? ¿qué debemos hacer para cambiar esos resultados y tener grandes artistas, científicos y deportistas que nos hagan sentir orgullosos de nuestra nacionalidad? Entender que los resultados son eso: resultados. Es decir que estamos cosechando lo que sembramos, y es pobre nuestra cosecha porque es pobre nuestra siembra. Por ello los países que tienen grandes científicos, deportistas y artistas son precisamente los que invierten más en ciencia, deporte y cultura. Por ejemplo, el gasto en Investigación y Desarrollo Científico de China llegó a un nivel récord en 2011 y ascendió a 868, 700 millones de yuanes (139, 200 millones de dólares), lo que supone un incremento del ¡23 por ciento! respecto a la cifra de 2010; el gasto gubernamental  en Ciencia y Desarrollo Tecnológico aumentó un 19.2 por ciento para llegar a 490, 260 millones de yuanes, lo que equivale al 4.49 por ciento del gasto fiscal total del Estado(*). México, en cambio, de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es el país que tiene el gasto público en educación más bajo como porcentaje de su PIB (mientras México invierte 2 mil 284 dólares por alumno tomando en cuenta todos los niveles educativos, los países de la organización invierten en promedio 8 mil 169 dólares), el presupuesto de egresos de 2012 destinó para toda el área deportiva y cultural 26 mil 020.77 mdp,  lo que representó un ¡0.1720%! del PIB (para Deporte y Recreación fue de 0.0406% del PIB; para Cultura fue de 0.1299% del PIB), es decir, de cada 100 pesos que producimos los mexicanos con nuestra trabajo cotidiano, el gobierno no gastó en promover e impulsar el deporte y la cultura del país ni siquiera 20 centavos. ¿Cómo queremos que surjan los deportista y artistas que nos puedan poner en alto como nación? Es como querer construir una casa con aire en vez de ladrillos. ¿Qué hacer para corregir? Es obvio: gastar, invertir más, mucho más en estas actividades. Pero eso, lamentablemente, no lo podemos decidir los mexicanos. Corresponde a nuestros funcionarios planear y proponer y a nuestros legisladores discutir y aprobar en qué se va a gastar el dinero de la nación; en este contexto, la responsabilidad, la culpa de nuestros prejuicios y complejos nacionales es de ellos. No olvidemos además que nuestros héroes de las olimpiadas, como Noé Hernández, lograron sus medallas sin recibir ni una milésima parte de esos 20 centavos, sino que entrenaron, se prepararon, se inscribieron y fueron a participar por su cuenta y riesgo, debido a  la falta de apoyo del gobierno.
Y algo similar ocurre con las Espartaqueadas Culturales Nacionales que el Movimiento Antorchista realiza cada dos años sin recibir ningún presupuesto del gobierno y que, sin embargo, son un ejemplo a seguir por todos los mexicanos y una acción de protesta del pueblo pobre que parece gritarnos: ¡basta de la mediocridad y la falta de cultura entre los desposeídos del país; exigimos y peleamos por tener cultura! Todo esto me viene a la mente al enterarme de que a un grupo de cantantes y bailarines, que me consta que son muy buenos, de los municipios de Centro y Huimanguillo de este sureño estado de Tabasco, que han trabajado duro mucho tiempo para cultivar la cultura y ser mejores hombres y mujeres, y que están listos para participar en estas Espartaqueadas (algunos de ellos ya han participado anteriormente y se han traído medallas a Tabasco), sus gobiernos municipales (Centro y Huimanguillo) les están negando cualquier apoyo para acudir a este evento. No es mucho lo que se les pide, sino el transporte para acudir al evento y un pequeño apoyo para los gastos de alimentación. No, ellos no quisieron darles ni siquiera un kilo de frijol o un vale de combustible para el autobús, con el argumento de que “no hay  dinero para apoyar”. Es sorprendente que nuestros ediles no vean el gran error y la grave falta a su obligación de hacer buen uso de los recursos públicos y del mandato que recibieron con el nombramiento y la distorsión que de su función hacen al negarles el apoyo a estos jóvenes artistas. Desde este modesto foro elevo mi más indignada protesta y una categórica exigencia para que se les brinde el modesto apoyo que solicitan.
Exhorto a esos jóvenes a que no se desanimen, a que luchen y peleen con decisión y a que vayan contra viento y marea a ese encuentro, porque lo que está en juego es su derecho a ser mejores no sólo ustedes, sino todos los mexicanos. Su participación en estos encuentros culturales representa, nada más y nada menos, la esperanza de tener un mejor Tabasco y un mejor país.



 (*) Informe conjunto publicado por el Buró Nacional de Estadísticas, el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el Ministerio de Hacienda de China.

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