jueves, 9 de agosto de 2012

ARREMETE CONTRA ANTORCHA EL GOBIERNO DE SAN LUIS POTOSÍ

Un medio de comunicación con sede en Michoacán, a cuyos hacedores respetamos y con quienes tenemos muy buenas relaciones, cabeceó, en días pasados, una nota sobre las agresiones que ha sufrido el Movimiento Antorchista de parte del gobierno del estado de San Luis Potosí, escribiendo “Arremete Antorcha contra el gobierno de San Luis Potosí”.

Me sorprendió el giro de 180 grados en la apreciación de los hechos, pero no voy a polemizar con ese medio porque reconozco sin ambages que en el cuerpo de la nota recogió fielmente las declaraciones de mis compañeros y no


  incorporó comentarios insidiosos como acostumbran hacer muchos otros medios menos serios, me limito a utilizar el mencionado encabezado para insistir en que la cuestión es exactamente la contraria: es el gobierno de San Luis Potosí que encabeza Fernando
 Toranzo Fernández
 el que ha echado mano de todos los recursos, legales e ilegales, algunos de los cuales ya tenía mucho tiempo que no aparecían en la escena política nacional, para reprimir y acallar las justísimas peticiones de varios cientos de miles de potosinos muy necesitados a quienes representan honrada y valientemente los antorchistas de aquel estado y su líder, el compañero y amigo, Lenin Campos Córdova. Vamos a ver.

Los antorchistas potosinos están acampados en plantón frente al palacio de gobierno de SLP desde hace más de un mes y le reclaman a la autoridad la realización de obras y la prestación de servicios públicos elementales a los que tiene derecho todo potosino y todo mexicano. Su protesta social llegó a ese extremo porque han recorrido pacientemente centenares de oficinas públicas entregando solicitudes, recibiendo malos tratos, escuchando negativas groseras, fingiendo que creen en promesas vagas, en fin, soportando estoicamente todo el conjunto de trampas habituales en gobiernos reaccionarios y antipopulares. Me importa informar que todos los grupos antorchistas que tienen como propósito el mejoramiento constante de pueblos, colonias, escuelas, etc., en San Luis Potosí, como en todo el país, realizan, por tanto, una gestoría cotidiana y constante ante casi todas las dependencias gubernamentales, así de que cuando decimos que recorren infinidad de oficinas sin resultados favorables, no nos referimos solamente a la actividad gestora que pueda realizar el Comité Estatal, quedan abarcados cientos de mexicanos que han sufrido negativas y desprecios en muchos sitios y durante mucho tiempo. Así de que cuando se llega a instalar un plantón no es una decisión cupular de los dirigentes, es un clamor, una exigencia de los ofendidos.

Bien entendida, una protesta social como la que ahora llevan a cabo los antorchistas potosinos, debería ser considerada como un indicador muy serio y casi infalible de que las cosas tocantes al gobierno andan como decían unos campesinos antorchistas de Chihuahua ante verdaderas calamidades, “poco mal”. Este “síntoma” no debería ser despreciado, ya demostró ser significativo con los gobiernos perredistas de Michoacán que acabaron perdiendo el poder estrepitosamente y endosando una deuda descomunal a los michoacanos, con uno panista de Querétaro que no sólo perdió la elección sino que es considerado como el inicio de la debacle nacional de ese partido pues fue en donde se reveló como intolerante y represivo y con uno priista de Oaxaca que acabó sus días en medio del repudio general y entregó la gubernatura a otro partido, entre otros.

Si se gobierna considerando al pueblo como un factor molesto al que no hay que darle nada, mantenerlo callado y listo para cuando sea necesario volverlo a llamar para que vote, ¿cómo cree usted que va a considerarse el ejercicio del derecho constitucional a la protesta? ¿un plantón en la plaza pública? Pues como una gravísima insolencia de los estorbosos que nada merecen. Así, a los plantonistas y a sus dirigentes, se les mandó un grupo de policías uniformados a amenazarlos a sus oficinas, se les formaron escuadrones de granaderos que los cercaron, se les mandaron mercenarios de la pluma (que los periodistas honrados saben que sí existen) a que los bañaran de mierda y, finalmente, al menos hasta ahora, un comando armado encapuchado allanó una casa de estudiantes en donde se encontraba un compañero que se llama Lenin, igual que Lenin, el Presidente del Comité Directivo Estatal de San Luis Potosí, golpeó y amenazó a todos los presentes y les dijo que a Lenin Campos lo iban a matar.

¿Quién cree usted que haya ordenado y ejecutado el ataque a domicilio? ¿Al Quaeda? ¿Los talibanes? ¿Un grupo del crimen organizado que pretende extorsionar a los jóvenes estudiantes con siete pesos a la semana? Haga sus apuestas. Yo, por lo pronto, apuesto doble contra sencillo a que jamás, nadie va a ser castigado por la comisión de esos delitos y aseguro que Leonardo da Vinci tenía toda la razón cuando dijo: “Aquél que no castiga la maldad, ordena que se haga”. Asoma, pues, la cola, la Brigada blanca, la que allanaba moradas, propinaba golpizas y, cuando el caso lo ameritaba, desaparecía y mataba (no dejan de llamar la atención ciertos políticos de la supuesta izquierda que alertan sobre el peligro del regreso del viejo PRI, pero que sólo esgrimen el argumento cuando pelean puestos públicos y, cuando ahí está todavía, como escribió Monterroso, ni lo ven ni lo oyen). ¿Quién pues es el agresor y quién la víctima? ¿Quién arremete contra quién?

Morelia, Mich., a 9 de agosto de 2012

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